A propósito de la publicación de la novela Peregrina, de Antonio Muñoz Monge, un retrato de Flor Pucarina, la mítica cantante huanca.
“Yo la conocí en uno de esos conciertos en el coliseo. Ella ya era una mujer cuajada. Entonces la comencé a seguir como público”, cuenta el periodista y escritor Antonio Muñoz Monge, quien acaba de publicar Peregrina, una novela inspirada en la vida de la cantante. En la historia, Flor Pucarina —devota confesa de la Virgen de Cocharcas— recorre el país en una larga romería por cada fiesta patronal, mientras sufre por no poder ser madre y por el amor de un hombre casado, un ingeniero de Huancayo que la hace su amante. Sus encuentros furtivos en hoteles y cuartos solo acrecientan su soledad y su vida misteriosa y bohemia.
El relato —contado con una prosa torrencial— es también un homenaje a ese mundo de los de abajo, donde se come, se bebe, se baila y se sufre en proporciones gigantescas. Es la vida de los festivales, pero también de bares como El Palermo, donde un grupo de amigos se reúnen para editar una revista llamada Coliseo.
“Ella, como tantos provincianos en Lima, era una desarraigada permanente. Siempre se preguntaba por su destino. Parece que esperaba algo que nunca iba a llegar. Su frase frecuente era: ‘qunanqa, ¿hasta cuándo?’. Por eso cantaba con esa fuerza, con esa rebeldía, con ese dolor, con esa esperanza”, apunta Muñoz Monge.
El día de su muerte, a los 52 años, aquejada por una insuficiencia renal, una multitud de más de diez cuadras acompañó su féretro desde San Martín de Porres hasta el cementerio El Ángel. La prensa se preguntaba quién era esta mujer que merecía tal despedida. Era la desconocida del Perú oficial más famosa del país. En realidad, el 5 de octubre de 1987 no falleció Flor Pucarina, sino que nació su leyenda, entre las bandas de músicos y los miles de provincianos que se emborrachaban, lloraban y bailaban al mismo tiempo.
Jorge Paredes Laos – Diario El Comercio